sábado, 23 de junio de 2012

PINCHE GENTE...

APERITIVO

Siempre he querido escribir un libro. Pero tratar de escribir un libro después de haber leído tantos es frustrante. Cuando sabes que hay miles (¿millones?) de personas que escriben mucho mejor que tú, que son más creativas, más hábiles y con más vocabulario que tú, cuesta un ojo y la mitad del otro decidirte a poner en papel tus locuras. Peor aún cuando lo que te inspira para escribir es la estupidez humana (esto debería ser considerado un pleonasmo, sólo los humanos podemos ser estúpidos, ¿no?). Mejor lo dejo en ensayo.


Cada quien tiene su musa. A mí me inspiran los tontos. La estupidez me motiva, no lo puedo evitar. De hecho, creo que todo lo negativo me impulsa. Cuando algo me incomoda, cuando algo me hace sentir mal y frustrado y triste me dan ganas de escribir. Soy un ensayista de lo feo con ganas de convertir lo feo en algo bonito.


Me choca ver basura en las calles, me molesta la ya generalizada descortesía de mis conciudadanos. Se me revuelve el estómago cada vez que veo infomerciales -”INFAMErciales”, les digo yo- que promueven píldoras y remedios maravillosos y me dan ganas de vomitar cuando escucho a mis amigos alabar los “grandes poderes curativos” del polvo de testículo machacado de ardilla siberiana en celo mezclado con extracto de valeriana y aplicado con ungüento de la Tía Chocha. La estupidez me da asco y a la vez me inspira. Me da tristeza ver lo imbécil que puede ser la pinche gente y ver que hay gente que es muy pinche.


Aunque no creo que todo el mundo sea así, sí veo que el porcentaje es MUY elevado. Y el daño que le hemos hecho a los demás ya se está pasando de tueste. Pero seguimos echándole leña al fuego, por brutos. Por brutos y por ignorantes y por estúpidos. Por crédulos y supersticiosos. Es ridículo que tengamos satélites orbitando Mercurio y Saturno, teléfonos celulares, vacunas, luz eléctrica, aviones, helicópteros, cirugías con rayo láser y cuanta maravilla que la ciencia y la tecnología nos ofrecen y al mismo tiempo haya pobreza y hambruna y genocidio y xenofobia al por mayor. Y no sólo la estupidez me motiva, la maldad también. La capacidad del hombre de ser malo -por no decir “mierda”- además de estúpido me asombra. Podemos ser unas verdaderas máquinas de maldad y escudarnos atrás de cualquier pretexto que nos convenga, y la combinación de maldad con estupidez tiene resultados verdaderamente nefastos, ejemplos sobran.


En este ensayo (cuento, “intento” o como lo quieran llamar) voy a despotricar a placer (como normalmente lo hago) y a quejarme de toda esa pinche gente que anda repartiendo estupidez y mierda, unos por ingenuos y otros por gandallas. Voy a ventanear a cuantos pueda, a ver si así se sacuden el mucho o poco polvo de arrogancia que se les haya acumulado y son capaces de reconocer que son parte de esa pinche gente que no ayuda para nada y sí estorba a los demás. Sólo que para eso se necesita valor. Huevos para admitir la verdad. (Por cierto, no pienso detenerme a buscar palabras elegantes cuando lo que quiero decir es una leperada. Van a leer más de una, se los aseguro, si es que siguen leyendo, por supuesto).

Este ensayo podría estar dividido de diferentes maneras, por temas, por ejemplo, pero no sé aún cómo hacerlo. Simplemente estoy dejando que fluyan las ideas, a ver qué sale. Ya después lo arreglaré. Pero, dividido o no, pienso hacer mención de todas las estupideces que pueda. Y ya sé que habrá quien esté pensando: “¿y quién es este estúpido, que cree que puede calificar la estupidez?” No es tan difícil, créanme. Casi podríamos decir que es demasiado fácil. Cualquier actividad humana que tenga consecuencias negativas que afecten a inocentes, es estúpida. Cualquier actividad que se contraponga a la filosofía del actor, esto es, ser incongruente, es estupidez. Cada ocasión en la que nuestras convicciones se antepongan a la razón sin más razón que el capricho, es una muestra de estupidez. Pensar, decir y hacer cosas sin aceptar que nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros actos tienen consecuencias es estúpido. Exigir respeto a nuestros derechos, sin honrar la responsabilidad que cualquier derecho conlleva, eso es estúpido, y cobarde y gandalla. Divertirse a costa del dolor ajeno, provocar el dolor ajeno, joder por joder, eso son algunas de las estupideces y “mierdeces” de aquellos que llamo “pinche gente”, este ensayo está dedicado a ellos.


PRIMER TIEMPO


Los religiosos a lo estúpido, otro pleonasmo a mi parecer. Y aquí me llevo entre las patas a la mayoría de la humanidad, incluyendo a la mayoría de mis familiares y amigos. Ni modo.


Las únicas personas que tienen derecho (y razón) de ser religiosas son aquellas que han permanecido aisladas de la civilización (me choca la palabrita “civilización”, pero aquí es la adecuada). Somos curiosos y exigimos respuestas, y si no tenemos los recursos y los conocimientos necesarios a la mano es natural que inventemos algún sistema que nos explique los misterios del mundo que nos rodea. Si eres un miembro de la tribu de los Yanomamö, o de alguna pequeña banda de cazadores en Nueva Guinea de los años cincuenta, tienes TODO el derecho del mundo de ser religioso. De hecho, ser supersticioso en esos casos ES NATURAL. Es completamente normal que un niño de seis añitos se trague todas las mentiras que sus papás le digan, es un mecanismo evolutivo de supervivencia. ¿Pero cómo es posible, pues, que haya adultos religiosos en un mundo civilizado? ¿Por qué siguen aferrándose a sus ilógicas, ridículas y retrógradas ideas? ¿En qué momento de sus vidas deciden que ni Santa Claus, ni el conejo de Pascua, ni el ratoncito de los dientes existen, pero que sí hay un Dios omnipotente, omnipresente, omni-todo-lo-que-quieras, creador del Universo?


Las ideas religiosas son de lo más tonto y de lo más hipócrita que conozco. Y cobardes, también. Tengo una anécdota que siempre me ayuda a ver las cosas con claridad al respecto de las posturas religiosas. Un conocido mío, “santo” de la iglesia de Jesús Cristo de los Santos de los últimos días (mormón, pues), con el humilde y amable propósito de aleccionarme en los misterios de las religiones, me dijo en una ocasión: “mira, Lalo, TODAS las religiones siempre presumen de ser las poseedoras de la verdad, y están equivocadas. Sólo los mormones conocemos la verdad”. No he podido encontrar mejor ejemplo de la estupidez de la mentalidad religiosa que éste. Todavía se me enchina la piel al recordarlo. Dogmatismo absoluto en su mejor expresión.


Ver el mundo a través de los ojos de la religión es una reverenda idiotez. En el mejor de los casos es un romanticismo infantil, en el peor... bueno, todos conocemos los extremos de la religión. El filósofo Daniel Dennet, en su libro Rompiendo el Encanto (Breaking the Spell) explica mil veces mejor que yo los mecanismos atrás de las mentes religiosas. Incluso los explica desde un punto de vista naturalista, evolutivo. Sin embargo yo no encuentro justificación para las ideas religiosas en el mundo actual. Explicaciones veo muchas, razones, ninguna. No puedo dejar de pensar que cualquier adulto educado que cobije creencias religiosas no es tan inteligente como podría serlo. Y eso me molesta. Me molesta la idea de que haya gente tonta. Me molesta pensar que unos cuantos años de adoctrinamiento basten y sobren para hundir en el fango las mentes de miles de millones de personas. Y me molesta sobremanera porque yo también fui adoctrinado y al final me pude rebelar y pensar por mí mismo. No fue fácil, pero tampoco fue imposible.


Seguir reverenciando y “pagando tributo” a un grupito de libros escritos por gente supersticiosa, ignorante, hambrienta de poder y además salir con la estupidez de que son libros “morales”, históricos, llenos de lecciones de vida, es una imbecilidad y me da asco. La Torah, la Tanakh, la Biblia, el Corán, el Libro de Mormón, el Poema de Gilgamesh, el Popol Vuh, el Rigveda... cuentos, historias, leyendas, intentos para explicar y darle sentido a la naturaleza y establecer normas y reglas y leyes que en su momento tuvieron su razón de ser. ¿Pero ahora, en el siglo XXI? Es algo absurdo, ¿no creen? Pretextos y excusas para poder seguir siendo estúpidos y gandallas sin responsabilidad alguna. Boletos gratis para visitar el Paraíso. Cobardes justificaciones para destruir y conquistar y someter a nuestros vecinos y echarle la culpa a alguien más. “Dios me dijo...”. Putos. Desde los Aztecas y sus sacrificios humanos hasta la destrucción de las Torres Gemelas, pasando por la venta de esclavos y la violación de niños y niñas en las guerras “Santas”, el maltrato a la mujer y la intolerancia a la homosexualidad, autos de fe y quema de “brujas”, crímenes de “honor”, restricciones y castigos estúpidos, matanzas indiscriminadas, torturas y robos y vejaciones de todo tipo, la mentalidad religiosa ha estado presente, escondida a veces, visible y arrogante en otras, abusiva y cobarde, ignorante y supersticiosa. Y aún así existen miles de millones de personas religiosas. Parafraseando a Voltaire: “La gente seguirá cometiendo atrocidades mientras siga creyendo estupideces”, o lo que es lo mismo, pinche gente... tonta.


Lo que llamo “mentalidad religiosa” se extiende a muchas otras formas de pensar. En principio, cualquier ideología dogmática, supersticiosa o impositiva, encuadra en la mentalidad religiosa. Creer sin pensar, usar el miedo como herramienta de control, negarse a reconocer la realidad, destruir la razón por la fe, todas esas peculiaridades del pensamiento religioso pueden y han sido trasladadas a otras filosofías aparentemente no religiosas, pero la verdad es que son lo mismo, con diferente nombre. A final de cuentas sirven un mismo propósito: el control del pueblo para beneficio del grupo de poder. Y es cagante ver a tanto borrego pastoreado. Insisto, pinche gente.


SEGUNDO TIEMPO


Otra cosa que me pone los pelos de punta son los hocicones. Los que hablan de ovnis y terapias fantásticas y fantasmas y vidas pasadas y viajes en el tiempo y patrones de resonancia y otra bola de jaladas sin tener la menor pinche idea de lo que están diciendo. He conocido a muchísimos de estos (más de los que quisiera) y puedo decir que la mayoría son personas simpáticas, agradables, bien intencionadas y sinceras, pero la neta es que son muy brutos. Muchos de ellos creen que por haber leído un artículo en el Selecciones o un ensayo de un “ufólogo” en alguna oscura y mal impresa revistucha “especializada” ya son expertos en el tema. Curaciones “cuánticas” (guácala, me acordé de Deepak Chopra), zapatos con suelas magnéticas, pildoritas de azúcar con un chorrito de alcohol, extraterrestres provenientes de las Pléyades, duendes y gnomos, piramidología, realidad holográfica, iridología, espiritismo, Ramtha, reiki... Un resto de babosadas pueriles y sin ningún fundamento. Fantasías y supersticiones y sandeces al por mayor. Y un montón de gente hablando de ellas con una convicción absoluta sin saber ni jota de física, matemáticas, estadística, biología, astronomía, fisiología, mecánica cuántica, medicina, sicología, historia, antropología ni de ninguna otra de las ramas del conocimiento necesarias para poder explicar sus alegatos. Todo lo que tienen es su fe, un librillo mal escrito, una imaginación desbordante y CERO PENSAMIENTO CRÍTICO.

Esta misma bola de... mensos son los que se quejan de la industria farmacéutica sin saber que la industria de la medicina alternativa tiene un valor de cientos de miles de millones de dólares anuales. Son los que andan defendiendo a “la vida” pero consumen productos “naturistas” que son responsables de la extinción de especies animales y vegetales. Todo sea por estar más en contacto con la naturaleza. La manga del muerto... Los bocones, además de ser bastante molestos, desinforman a los ignorantes, y eso los convierte en un peligro para la sociedad.

Déjenme aclarar algo, aunque la estupidez me abruma y me acongoja, y la gente estúpida me revuelve el estómago, estoy perfectamente consciente de que no toda la culpa es de ellos. La mayoría (según yo) han sido adoctrinados desde la cuna y forman parte de un sistema sumamente difícil de quebrar. El miedo al rechazo, el miedo al ridículo, el miedo al error son mochilas muy pesadas, no es fácil deshacerse de ellas. A la mayoría de nosotros nos hacen “coco-wash” desde chiquitos y cuesta un huevo quitar de nuestras mentes toda la mierda que nos han metido. Además, nuestros propios mecanismos de defensa nos hacen vulnerables. La confianza que depositamos en nuestros mayores es un mecanismo evolutivo que nos ha permitido sobrevivir y ese mecanismo se extiende más allá de nuestra infancia. Tendemos a aceptar los dictados de la autoridad sin cuestionarlos (a final de cuentas, es la autoridad, ¿correcto?) y a dejar la responsabilidad en manos ajenas con tal de evitarnos problemas, es natural. Romper con los esquemas impuestos por nuestra propia naturaleza y reforzados por nuestras instituciones sociales representa un riesgo que no siempre estamos dispuestos a tomar.


Poco a poco nuestras ideas se vuelven convicciones, y cada vez menos estamos dispuestos a criticarlas, ya no digamos analizarlas. Perdemos la objetividad y con ella la disposición al cambio. Nos hacemos dogmáticos y cerrados. Solamente aceptamos aquello que resuena con nuestras creencias, con nuestra mecánica mental, y bloqueamos el aprendizaje. Le cerramos las puertas al pensamiento crítico, al razonamiento objetivo y, con el pasar del tiempo, afianzamos creencias, convicciones, ideologías. Dejamos de pensar y empezamos a simplemente reaccionar, nos montamos en nuestro macho y no hay poder humano que nos saque de allí. Nos hacemos parte del sistema de control que nosotros mismos inventamos y nos arrojamos de cabeza en una espiral perennemente viciosa. Y está en chino salir de allí. A esto hay que añadirle la pésima preparación académica que ofrece nuestro sistema educativo. Mucha memorización y poco razonamiento. Información anticuada y manipulada, sin actualizar ni revisar. Repito, mucha memorización, con muy poco aprendizaje.


Por eso pienso que los hocicones son un peligro. Engañan a los ignorantes y a los que están mal educados (académicamente hablando). Tal vez sin quererlo, por el simple gusto de farolear y demostrarle a los demás su sapiencia, o porque en realidad están convencidos de lo que dicen, o por brutos, el hecho es que sus palabras pueden (y van a) caer en oídos ingenuos y crédulos y mal educados, y tarde o temprano le van a hacer daño a alguien. Miles de personas mueren antes de lo necesario por andar prestando oído a hocicones y charlatanes (con la diferencia de que los charlatanes sí saben de lo que hablan, pero son unos gandallas abusivos). Ahí está Rita Guerrero, muerta a los 46 años por cáncer de mama, optó por la homeopatía. Sylvia Millecam, danesa conductora de TV, muerta a los 45 años, también por cáncer de mama, prefirió hacer uso de “tratamientos” alternativos (28 en total) que incluyeron electro-acupuntura, homeopatía, sanación síquica, terapia salina y suplementos alimenticios. La desesperación sumada a la ignorancia les quitaron años -y calidad- de vida a estas dos mujeres y a miles más todos los años. Todo por escuchar y hacerle caso a una bola de estúpidos bocones y de pinches charlatanes.

La mentira encierra sus peligros y “la verdad no peca, pero incomoda”, y como no nos gusta enfrentar nuestras verdades, preferimos escuchar mentiras piadosas, así somos. Pero distinguir una verdad de una mentira bien disfrazada está cañón. No se puede ser erudito en todos los temas del conocimiento humano, ser un polímata (me gusta la palabreja) completo, un superfilósofo. Y es relativamente fácil ser embaucado, aunque tengas un Doctorado en Ciencias. Kenneth L. Feder es maestro de arqueología en la Universidad Estatal de Connecticut Central y escribió un libro acerca de los fraudes, mitos y misterios de la arqueología. En su libro el maestro Feder acusa a charlatanes y embusteros de la arqueología y sus fraudes (Atlantis, el hombre de Piltdown, el gigante de Cardiff, el manto de Turín, etc.), sin embargo Feder confiesa como en un momento de su vida creyó en la existencia de ovnis y otras linduras. Su escepticismo se agudizó al leer las teorías de Erich Von Däniken acerca del “astronauta” maya (la estela del Rey Pakal), las líneas de Nazca, el mapa de Piri Reis, el Arca de la Alianza, Stonehenge, las pirámides de Egipto y más. Feder se dio cuenta de la sarta de patrañas y cuentos chinos de Von Däniken porque la arqueología era lo suyo, pero también se dio cuenta de que en otros temas no había sido crítico ni escéptico, y se puso a averiguar más acerca de temas que él no dominaba. Pronto llegó a la conclusión de que Von Däniken no era más que un loquito charlatán (mis palabras, ¿ok?, y, por cierto, Erich Von Däniken ya había sido huésped forzoso en una prisión suiza, por desfalco. Nada más debía algo así como 350,000 libras esterlinas. Lindo el muchacho...) y que probablemente habría más como él.


Efectivamente hay muchos como Von Däniken. Velikovsky, Sai Baba, Deepak Chopra, George Bush, Juan Pablo II, Ratzinger y todos sus antecesores, Hahnemann (el papá de la homeopatía) y una bola más. Y todos tienen un chingo de seguidores. Unos cuantos cabrones hocicones profesionales y un montón de borregos. Deveras... pinche gente.


TERCER TIEMPO


Los gandallas. Los ojetes, prepotentes, abusivos, groseros, descorteses y culeros que se la viven jodiendo por joder y echando lámina todo el tiempo. Esos güeyes que se mueran, he dicho.

El maldito trailero que no te deja rebasarlo en la autopista, nomás por sus pinches güevos. El cabroncete niño fresa hijo de millonario que pone a sus guarros en la puerta de la cafetería para que nadie se le acerque y te tienes que esperar a que atiendan al chamaco para poder comprar tu café. El clásico culero que está grandote y anda armado y dice que tiene cuates narcos y te voltea a ver con cara de “¿qué me ves, puto?”. Los prepotentes politiquillos de mierda, los jefecitos de oficina, los empleados del mostrador de la compañía de Luz y Fuerza (ups, esos ya no están, ¿verdad?), las nefastas asistentes de los médicos de las clínicas del IMSS (de todos los anteriores, al que le quede el saco...), los que se creen superiores porque están güeritos, los racistas, los homófobos, toda la pinche gente que trata mal a los demás de a gratis, los que maltratan a los animales, los que se meten en la fila y se hacen pendejos, los que menosprecian a los pobres, los que ponen su música a todo volumen, todo ese tipo de gente se merece que los amarren de los dedos con cuerdas de guitarra eléctrica y los enchufen un ratito a la toma de corriente.


¿Por qué la falta de respeto? ¿Por qué la descortesía? ¿Por qué hay gente que a huevo tiene que sobajar y humillar y lastimar a los demás?

Hay gente buena y amable y cortés y decente, me consta. Es más, creo que la mayoría de la gente es así. Gente que se dedica a vivir bien la vida, con moral, con valores, con humanidad y humanismo. Afortunadamente existe esa gente. Son los que consuelan al desvalido, los que ayudan al necesitado, los que son buenos amigos, buenos padres, buenos hijos. Gente buena, dispuesta a poner su granito de arena para hacer este mundo mejor. Investigadores, filósofos, médicos, filántropos, enfermeras, rescatistas, plomeros, electricistas, albañiles, maestros, dentistas, secretarias, uno que otro jefe, gente de todos colores y sabores y tamaños. Gente que vale la pena. Lo gacho es que sólo se necesita un gandalla para echar a perder el trabajo de miles de personas buenas. Son como un veneno potente, unas cuantas gotitas bastan para contaminar un par de litros de agua que antes era potable y ahora es letal. De esos gandallas he conocido a muchos, en todos los niveles. Una bola de traumados y frustrados, envidiosos y arrastrados. Pobres -pinches- güeyes...
------------------------------------------------


POSTRE


Los mojigatos. Mención honorífica pa’ los pudorosos, dizque recatados, espantados y expertos en el manejo de la doble moral. Todos los que se dan golpes de pecho y sacan el flagelo cada vez que oyen palabras “fuertes y altisonantes” como: pene, vagina, ano, pezón, sexo, homosexual, lesbiana, etc. Son cagantes y castrantes. Los que piensan que la homosexualidad es contra-natura, que es una enfermedad “curable”, que es pecado, pero que le andan poniendo el cuerno a su pareja en la primera oportunidad. Los que piensan que los hombres no deben usar aretes o que los tatuajes sólo los usan los criminales, pero que madrean a su vieja cada vez que llegan pedos a casa. Las viejas que critican a las putas por inmorales, pero que le sacan toda la lana que pueden a sus maridos usando el poder de su cuerpo. Los que predican la moral y andan seduciendo chamaquitos a escondidas. Los que andan cuidando a sus hijos de la marihuana pero se ponen unas pedas espantosas y sacan la fusca a la primera “provocación”.


Y los racistas, clasicistas, xenófobos e ignorantes intolerantes que piensan (si es que a eso se le puede llamar pensar) que sólo su tipo de gente merece estar en este mundo. Esos también se llevan una mención honorífica.

Nota: En este contexto, “mención honorífica” equivale a “mentada de madre”.


En especial los que se quejan de ser perseguidos pero que atacan a cualquiera que se les acerque que no sea de su grupo. Gente como los que se dicen judíos (“la comunidá”) y se visten como si estuvieran en los ghetos de Polonia y que se quejan amargamente del racismo y el odio y el holocausto y madre y media más, pero que no permiten que sus hijos se casen con un “gentil”, ¡no mamen! Pinche gente de doble moral...


Esto ya se pasó de ensayo. Me piqué y me he quejado a placer. Si alguien además de mí llega a leer esto será una sorpresa. Y si así sucede, estoy seguro de que me van a criticar y me van a hacer pedazos, y estará bien, se vale. Ni soy perfecto, ni espero serlo. Lo que me interesa es estar en paz conmigo mismo para poder estar en paz con los demás. Ahora que, si también el mundo estuviera en paz, me daría por MUY BIEN servido. Pero esos son sueños guajiros. El control de las instituciones religiosas, el poder de la ignorancia, la ubicuidad de la pobreza, la intolerancia y el odio y la ambición desmedida de los gobernantes y los empresarios están demasiado extendidas y arraigadas. Nuestros hijos no van a ver un mundo en paz, ni nuestros nietos, ni los nietos de nuestros nietos. Pero, tal vez, si seguimos denunciando y señalando y acusando a toda esa pinche gente que solo nos hace daño, tal vez algún día estemos en paz. Tal vez algún día en realidad nos hagamos merecedores de ser llamados, por lo menos, “homo sapiens”.


Tal vez.

sábado, 21 de mayo de 2011

EL COMPRADOR DE ILUSIONES (y el vendedor)


Hace buen rato que no me paro por aquí. Digo, ni que fuera tan importante, pero por lo menos aquí desahogo mis pensamientos y mis locuras (¿loqueras?). Y a veces, sólo a veces, alguien lee lo que escribo y eso es alimento emocional. Además de que de alguna manera estoy dejando un registro de mis pensamientos. El blog le da vida eterna a mis palabras.

Hace un par de horas fui a atender a mi mami, que ya está viejita y achacosa y que quiere, requiere y necesita un poquito de compañía por las noches, antes de irse a dormir. Y, platicando con ella, salió a discusión el tema del artículo más vendido del mundo. Según yo, el artículo más vendido en el mundo es la ILUSIÓN. Me gustó lo que dije y entonces me puse a escribir, mientras mi viejita se tomaba su leche y un trozo de pan dulce. Aquí está lo que escribí:

"Mil pesos no es mucho dinero para algunos. Para otros, mil pesos representan el alimento de una familia para dos semanas. Es relativo. Pero a la hora de comprar una ilusión, es lo mismo: nada. Las ilusiones no tienen precio, y somos capaces de vender nuestra alma al diablo con tal de comprar una ilusión. Pero no nos damos cuenta que las ilusiones son exactamente eso: ILUSIONES.

Somos muy flojos. Siempre buscamos el camino más corto y de preferencia el más cómodo. Y eso no es necesariamente malo, pero hay cosas que exigen tiempo y cuidados, hay cosas que requieren de paciencia, preparación, más paciencia y más preparación. Y eso toma tiempo. Y generalmente los resultados valen la pena. El camino recorrido vale la pena. Pero no nos gusta esperar, somos muy flojos. Nos choca ir al gimnasio y mejorar nuestros hábitos alimenticios. Nos molesta tener que hacer cola en el mercado, o en el cine. Nos cae gordo esperar para que nuestras ilusiones se conviertan en realidades. Queremos las cosas ya, rapidito, "peladitas y en la boca". Quisiéramos adquirir todos los conocimientos y las habilidades que anhelamos en el momento en que pagamos la inscripción a la universidad. Vuelvo a repetir, somos flojos.

Por eso andamos comprando ilusiones a lo tonto. Por flojos. Flojos, física y mentalmente. Flojos de espíritu (que conste que me refiero a un espíritu metafórico, no vayan a pensar que creo en fantasmas).

Y cuando hay alguien dispuesto a comprar siempre habrá alguien dispuesto a vender. De hecho, hay una carrera universitaria dedicada a formar expertos en el arte de hacernos creer que anhelamos lo que queremos y que necesitamos lo que anhelamos. Se llama Mercadotecnia. La Mercadotecnia en realidad es un laboratorio del espíritu humano. Tiene que ver más con Sociología, Sicología, Antropología Social y otras humanidades, que con matemáticas. La mercadotecnia enseña cómo VENDER ILUSIONES.

Y aquí viene lo malo. La vida tiene límites, el mundo tiene límites. Y también diferencias, ojo. Todos podemos tener miles de ilusiones, pero solamente unas cuántas son alcanzables. Cada vez que alguien nos dice que el cielo es el límite nos está tratando de ver la cara, o de plano es MUY ingenuo. La tarugada esa de que "si nos lo proponemos, lo alcanzaremos" es precisamente eso, una tarugada. ¡TENEMOS LÍMITES, gente! Si no somos realistas -conste, dije "realistas", no "pesimistas"- vamos a vivir frustrados. No importa cuánto visualice mis ilusiones, tengo que tomar en cuenta mis limitaciones. Jamás voy a saltar tan alto como Michael Jordan (mido un metro con setenta y cinco centímetros, hagan sus cuentas), ni voy a jugar tenis como Pete Sampras, ni voy a correr tan rápido como Ana Guevara. Límites, límites, límites.

Si no tuviéramos límites, no habría diferencias, no habría variedad, habría miles de Sampras, y Jordans, y Schumachers, y Mohammed Alís, y Mozarts y Beethovens y Chopins y Tchaikovskis y Bachs. Por favor, usen sus cabecitas para otra cosa además de dar topes... ¡DEJEN DE COMPRAR ILUSIONES FALSAS! Lo único que hacemos al comprar ilusiones de esas es hacer millonarios a los vendedores de falsas ilusiones. Cada vez que gastamos lo que a duras penas ganamos con tal de perseguir un sueño guajiro, estamos privándonos de otras cosas, y a lo mejor privando a nuestras familias de cosas que sí les hacen falta, o que son más necesarias. Ya, ¿no?

Aunque... tal vez lo mío es un sueño guajiro. Tal vez le estoy pidiendo peras al olmo. Tal vez sea un iluso por pensar que la humanidad puede pensar por sí misma. Tal vez estoy pidiendo demasiado. Tal vez...


Cuando repaso nuestra historia (la de la humanidad, no sólo la de México), cuando recuerdo que hemos sido capaces de "comprar" nuestra entrada al paraíso (las infames 'indulgencias' de antaño), cuando leo que hay padres que abandonan a sus hijos con tal de perseguir una ilusión que jamás van a alcanzar, cuando veo que nuestros valores no tienen valor pero sí tienen precio, cada vez que veo mentiras y engaños y traiciones, cuando veo gente que es estúpida A PROPÓSITO, a veces, cuando veo todo esto me decepciono un poquito y pienso que el iluso soy yo. Mi consuelo es que yo NO PAGO por esa ilusión, es gratuita. La mantengo en su lugar y en su nivel, SÉ QUE ES UNA ILUSIÓN. Existe en mi mente y en mi corazón, pero no tengo expectativas y no le busco soluciones mágicas y costosas. Le adjudico su propio límite.

Nos hemos convertido en compradores de ilusiones. En parte por naturaleza propia, en parte por un excelente trabajo de mercadotecnia. Hay sueños que se pueden convertir en realidad y hay otros que no son más que alucinaciones baratas (o caras, depende de la droga que se use), no es tan difícil aprender a distinguir unos de los otros, lo duro es enfrentarse a uno mismo y aceptar que tenemos limitaciones y que así está bien, es normal, es natural. Y creo que no se vale llenar de humo las cabecitas de nuestros niños haciéndoles pensar que, "si se lo proponen", pueden alcanzar cualquier cosa. No, no pueden alcanzar CUALQUIER cosa. Hay cosas que jamás alcanzarán, y si no me creen pregúntenle a Schwartzenegger.

Fabricar sueños es muy diferente a vender ilusiones. El fabricante de sueños se basa en la realidad, pone su empeño, su conocimiento, su dedicación, su arte, su amor al logro, para poder convertir un sueño -VIABLE- en realidad mundana. El vendedor de ilusiones se aprovecha de nuestras debilidades para engañarnos y alimentar nuestra propia y natural credulidad y vendernos pociones mágicas y maravillosas que -según él- nos van a convertir en Afroditas y Adonis en tres semanas, todo por la módica cantidad de un billetote que se nos hace mucho para comer pero poco para soñar. Cuidado, mi estimado comprador de ilusiones, cuando algo es demasiado bueno para ser verdad, ES DEMASIADO BUENO PARA SER VERDAD. No le abras tus puertas al vendedor de ilusiones, mejor conviértete en un fabricante de sueños. Bueno, si quieres.

Salud."

sábado, 2 de abril de 2011

Hablar por hablar

La segunda parte de mi "Cuestión de Mercado" va a tener que esperar más... Por muchas razones -buenas razones- no me había detenido por mi blog y ahora que lo hago traigo otras cosas en la cabeza.


En las últimas semanas el mundo ha sido literalmente sacudido social, política y geológicamente. Conflictos y catástrofes han sido el pan nuestro de cada día. Y las reacciones han sido de dulce, de chile, y de manteca. Los debates se dan por todos lados y en todos los foros posibles.


En general puedo ver que la mayoría de los debatientes son bien intencionados y están llenos de buenos deseos. Ocasionalmente encuentro comentarios estúpidos y a veces incluso leo uno que otro comentario lleno de maldad y mezquindad. Lo que me sigue llenando de tristeza es ver que la ignorancia no suelta prenda. Buenos y malos, en grandísimos números, demuestran su ignorancia y a veces hasta se regodean en ella.


Están los que aseguran que el terremoto de Japón fue provocado por el gobierno de EUA, están los que creen que sus oraciones lograron disminuir la intensidad del terremoto de Nueva Zelanda, están los que piensan que todo lo que está pasando es culpa de la humanidad, están los que sugieren que la tragedia de Japón es un castigo divino (karma, le llaman algunos), y así...


No cabe duda que la ignorancia sigue ganando terreno. Nuestra flojera mental sigue siendo más grande que nuestra curiosidad. Sigue siendo preferible para millones y millones de nosotros aceptar a ciegas lo que diga cualquier tarado con tal de que "suene congruente". Y además de ignorantes, arrogantes. Abrimos la boca para "aleccionar" a nuestro auditorio sin tener la menor idea de lo que hablamos. Montones y montones de gente andan cacareando sus "conocimientos" de medicina, alternativa ó moderna, cuando ni siquiera saben cuáles son los organelos de una célula. Otros hablando de ovnis cuando no tienen la menor idea de las leyes de Newton, ó negando la Teoría de la Evolución sin haber por lo menos leído algún libro al respecto.


Hablamos por hablar. Nos encanta sentirnos importantes y "sabios", conocedores de algún tema, expertos, autoridades, maestros. La verdad es que somos muy ignorantes y nos purga admitirlo y reconocer nuestras propias deficiencias, aunque siempre estamos dispuestos a señalar las ajenas. Pero algunos de nosotros (y, sí, me incluyo) sabemos que somos imperfectos, incompletos, corregibles. Sabemos que cometer errores es normal y estamos dispuestos a cambiar nuestras propias convicciones con tal de hacer honor a LA VERDAD, no a nuestras ideas ni a nuestras emociones.


¿Por qué somos así? Está tosca la pregunta, ¿verdad?


Muchos grandes pensadores han tratado -y siguen tratando- de responder esa pregunta. Poco a poco hemos avanzado en nuestro conocimiento de la psique humana, nos falta mucho para descifrar sus misterios pero nos seguimos acercando. Muchos de esos "misterios" ahora son simples problemas, gracias a esos pensadores, desde Freud hasta Pinker, pasando por Fromm, Gaarder, Gardner, Chomsky, Restak, Dennet, etc. La biología evolutiva les ha dado a muchos de estos pensadores una herramienta extraordinaria con la cuál han podido cimentar sus estudios y sus conclusiones. Gracias al trabajo de Dawkins, Gould, Medawar, Diamond, E. O. Wilson y muchísimos otros ahora sabemos mucho más de la mente humana y la respuesta a mi pregunta anterior, paradójicamente, es muy simple: porque así somos.


Entonces,¿cuál es el problema? dirán algunos. Simple, digo yo. El problema es que nuestra naturaleza es el resultado de ventajas evolutivas que en su momento REALMENTE fueron ventajas y ahora ya no lo son. Lo que hace decenas de miles de años era benéfico para las pequeñas bandas de humanos que andaban brincando de lugar en lugar dejó de funcionar en el momento en que descubrimos la agricultura y nos hicimos sedentarios. Las necesidades sociales básicas fueron rebasadas en relación directa al número de participantes de la comunidad. Lo que anteriormente, de manera natural, permitía el buen funcionamiento de pequeños grupos de homínidos dejó de funcionar. Por eso ahora tenemos miles y miles de hojas llenas de reglas, leyes, normas, procedimientos y demás restricciones sociales. Lo cual no es malo siempre y cuando seamos capaces de entender la naturaleza humana y, por desgracia, nuestra naturaleza es lo primero que hemos tratado de eliminar de nuestras vidas (les recomiendo que lean the blank slate de Steven Pinker). El problema es, pues, que en el actual estado de las sociedades humanas nuestra naturaleza no siempre nos es útil. La ventaja es que lo sabemos y somos capaces de hacer algo al respecto, si queremos.


Pero regresemos al tema: hablar por hablar. Así nomás, sin confirmar la veracidad de nuestras palabras, sin dudar de nosotros mismos ni un tantito. Con la boca llena de arrogancia.


Por lo que a mí respecta, ya estoy cansado de leer y escuchar tanta babosada infundada y retrógrada. Sé que esto nunca va a parar y me frustra un tanto, pero también me impulsa para seguir denunciando a los charlatanes, a los abusivos, a los idiotas adoradores del oscurantismo. Y por fortuna cada vez somos más los que luchamos estas batallas. Nada me daría más gusto que ver a los bocones tragarse sus palabras y reconocer su ignorancia, aunque no creo que eso pase en mis días.


En fin, seguiré leyendo y escuchando babosadas, pero no esperen que me quede callado.


¡Salud!







lunes, 7 de febrero de 2011

Cuestión de mercado... parte I.

Sigo pensando en los problemas de mi país (y del mundo) y sigo viendo lo mismo. Sin embargo, noto las diferencias entre "nuestros" problemas y los problemas "ajenos" y es innegable que los factores culturales son fundamentales. Aquí tenemos pobreza, violencia, carencias básicas, exceso de infiltración religiosa, narcotráfico, intolerancia, nepotismo rampante. Igual que en muchas otras culturas, pero diferente al mismo tiempo.


¿Cuál es la diferencia? Según yo, la diferencia la hacen los motivos que generan esos problemas. Y tengo la impresión de que esas razones, esos motivos pueden ser fácilmente explicados en base a una economía de mercado. Oferta y demanda, aunadas a las ambiciones de las clases gobernantes o a la intrepidez de los empresarios oportunistas.


Como ejemplo veo al narcotráfico. Los cárteles de la droga en México son de los más grandes y poderosos. Cómo no van a ser grandes y poderosos si el principal consumidor del producto lo tenemos de vecino: location, location, location. Los señores narcos son empresarios. Simplemente proveen un "bien" al consumidor. Igual que con el alcohol y con el tabaco, pero sin el amparo de la Ley. Lo mismo, pero diferente, ¿correcto?


En otros rubros el análisis se hace más difícil, pero creo que llegaríamos a conclusiones similares. Tal vez haya por allí algún sociólogo con maestría en economía y conocimientos de mercadotecnia y antropología que nos pudiera ayudar a entender mejor estos procesos...


Los conquistadores de lo que ahora afectuosamente llamamos Hispanoamérica venían en busca de riquezas materiales y, de pasadita, mano de obra barata. Los misioneros venían en busca de riquezas "espirituales", materiales, y de pasadita, mano de obra gratuita. Simples cuestiones económicas, ¿verdad? El resultado: esclavitud, ignorancia, pobreza, el PRI, el PAN y el Yunque.


Las cosas han cambiado... de nombre. Los protagonistas son otros pero la historia es la misma. Es como un refrito de telenovela, con un elenco más nutrido. Pero para ser honestos, sí ha habido cambios. La tecnología nos ha abierto puertas que permiten que se oigan las voces que antes eran apenas susurros en medio de una selva llena de ruido. A pesar del enorme poder que ostentan algunas instituciones (lista encabezada por la Iglesia Católica) la voz de la oposición es cada vez más fuerte y sonora. Ahora lo que debemos de hacer es EDUCAR a esa oposición. No podemos darnos el lujo de convertirnos, al igual que han hecho los partidos políticos en nuestro país, en sustitutos irracionales de los males que deseamos erradicar.


Necesitamos un sistema educativo que ayude a los estudiantes a comprender el mundo en que vivimos, que no solamente los prepare para ser parte de la fuerza productiva de nuestro país. Estamos criando y creando robots. Esclavos inconscientes (ahora les llamamos "empleados"), manipulados y cegados. El sistema educativo en México, y muy probablemente en la mayor parte del mundo, está dedicado a la producción de "mano de obra". Estamos impulsados y altamente motivados por una sociedad consumista a la cual le importa un reverendo cacahuate saber cuál es la velocidad de la luz, o entender la Teoría de la Evolución, o admirar y respetar las maravillas de la vida. Lo verdaderamente importante es manejar un BMW, traer puesta una camisa Giorgio Armani, Gucci o Dolce&Gabanna, tener una tele de plasma de 52 pulgadas, y saberse de memoria los nombres de las novias de Luis Miguel, en orden cronológico y alfabético. ¿A quién no le gustaría eso? Aquí la bronca es que nuestra economía, como país, no alcanza para que TODOS alcancemos esos sueños, que son perfectamente válidos. La bronca es que tenemos nuestras prioridades completamente al revés: primero TENER y al último SER. ?!?!?!?!?!


Y con respecto a la educación escolar en México, seamos honestos: ¿realmente salen preparados los muchachos? No. Salen mal preparados y desmotivados. Unos cuántos sobresalen por mil y un razones, no son mayoría. Entonces, ¿qué estamos haciendo mal? Bueno, según un servidor, estamos demasiado enfocados en una solución que no es más que un placebo. A veces sí mitiga los síntomas, pero no cura la enfermedad. Estamos tomando un simple analgésico cuando lo que se necesita es cirugía mayor y tratamiento de largo plazo. Estamos tirando a la basura las vidas de nuestros hijos obligándolos a asistir a una escuela que no les enseña lo que debería. Hemos perdido de vista, por miopía, por ceguera o de plano por puro gusto, las razones y los mecanismos de nuestros problemas. Oferta y demanda en las manos incorrectas.


Pensar nos ha hecho daño. Esto es, pensar sin razonar. Hemos aceptado las premisas y la "guía moral" de nuestros líderes sociales sin criticismo alguno adoptándolas como propias y transmitiéndolas a nuestros hijos de manera dogmática, obligatoria en la mayoría de las veces. Nos hemos estado metiendo autogoles desde hace siglos. Haraquiri intelectual, cortesía de nosotros mismos. Ha sido lo más fácil.


La sobrepoblación humana es, tal vez, el mayor causante de nuestros problemas. Si empezáramos por allí... no sé, posiblemente tardaríamos muchos años en detener el crecimiento demográfico indiscriminado pero estoy SEGURO de que sería un buen comienzo. El exceso de población es el resultado de nuestra ignorancia. Ignorancia que se ve de cierta forma justificada en aquellas sociedades/culturas en las que no había manera de saber o calcular las consecuencias de la actividad humana y las repercusiones ambientales. ¿Pero, ahora, en estas épocas, en el siglo XXI? ¡Por favor! No tenemos excusa alguna para seguir sobrepoblando a este pobre globo terráqueo. Y aquí se vuelven a hacer notorias la ineficiencia del sistema educativo y el poder de la imposición dogmática y ciega de los grandes líderes morales. Tenemos que entender de una vez por todas que la escasez de recursos ES NUESTRA CULPA. Hablamos de la falta de empleos, de la falta de comida, de la escasez de agua, de la falta de recursos en general, pero JAMÁS criticamos ni mencionamos el EXCESO DE POBLACIÓN.


No faltan recursos, SOBRA GENTE. Y eso es falta de educación.

sábado, 29 de enero de 2011

REFLEXIONES

Ayer tuve una "charla" muy intensa con mi hermano. Después platiqué con mis hijos, y me señalaron varios de mis errores. Luego, al revisar este blog, me encontré con un comentario de un amigo y el de un sobrino muy querido. Y no puedo dejar de pensar en lo que escuché y leí.


Las palabras "percepción", "perspectiva", "punto de vista", "pensamiento" han estado revoloteando en mi mente todo el día (ya se fijaron que TODAS empiezan con la letra "p"? Mañana me sigo con la "s"... ;)  ).


No es nada fácil ponernos de acuerdo. Siempre tendremos que trepar la barrera de las percepciones para poder entender y ser entendidos, y poder ponernos de acuerdo. Pero no es imposible, aunque a veces nos cueste un riñón y la mitad del páncreas. En mi opinión, el primer obstáculo que deberíamos librar es NUESTRA PROPIA PERCEPCIÓN de las cosas. Frenarnos un poquito de vez en cuando y hacer un análisis de por qué somos como somos. Y nadie mejor que nuestros amigos y nuestros familiares para ayudarnos a vernos desde SUS PERSPECTIVAS y poder abrir los ojos para ver en nuestro interior.


Nunca es tarde para aprender "trucos nuevos" y cambiar para mejorar.


Estoy orgulloso de tener dos hijos que, con todos los defectos que puedan tener, me quieren, me respetan y NO ME TEMEN. Son capaces de confrontarme sin ofenderme, y ayudarme a tener "los pies en la tierra y el corazón en el cielo".


Aunque a veces me desesperen.

Science Saved My Soul.

Mis amores... y mis odios. Episodio 2.

Muchas especies animales se desarrollan en un ambiente gregario, forman asociaciones, grupos, manadas, colonias, enjambres. La cohesión de estas sociedades depende de la estructura del grupo. Grupos pequeños requieren estructuras simples. Grupos grandes, estructuras complejas. Las necesidades de un grupo más nutrido se convierten en un impulso evolutivo y generan la necesidad de una estructura organizacional cada vez más compleja y esto a su vez, en el caso de algunas especies, cerebros más grandes y con mayor capacidad de análisis.


Los inicios de las sociedades humanas siempre han llevado un factor de tamaño. Los humanos tendemos de manera natural a formar grupos y el tamaño de éstos se ve constreñido por su entorno. A la fecha existen grupos aislados de comunidades que apenas rebasan un par de cientos de integrantes y que han permanecido geográfica y genéticamente aislados del resto del mundo (el libro "Guns, Germs and Steel", de Jared Diamond explica esto mil veces mejor de lo que yo pudiera [soñara...] hacerlo. Les recomiendo leerlo). El tamaño de estos grupos, y las características de su habitat, son a su vez un factor que determina las necesidades del grupo y el desarrollo de sus reglas de convivencia y los conceptos del mundo (su Cosmología) en el que viven.


Somos curiosos por naturaleza, y nos incomoda no saber qué está pasando y por qué. Llevamos incrustado un cierto temor a lo desconocido, una especie de fobia por todo aquello que no nos sea familiar, cotidiano, y tendemos a darle NOMBRE a las cosas. Es una manera natural de relacionarnos con nuestro entorno, dada nuestra también natural curiosidad. Pero "bautizar" a los elementos de nuestro entorno no es suficiente. Nuestra curiosidad nos obliga a buscar respuestas, explicaciones, motivos, razones. Y cuando los conocimientos de una comunidad no son suficientes para conseguir esas respuestas, INVENTAMOS RESPUESTAS.


Conforme crece el número de integrantes de una comunidad crece la posibilidad de desarrollo tecnológico y por ende la capacidad de respuesta a nuestras preguntas. Si a eso le añadimos el descubrimiento de modos de vida que permiten más tiempo de ocio (la agricultura, por ejemplo), y el establecimiento de estas comunidades en lugares fijos, en contacto con otras comunidades, veremos que la posibilidad de crecimiento intelectual se dispara. Entonces vienen más preguntas y se necesitan más respuestas. Y si las dudas rebasan a la ciencia de ese momento, INVENTAMOS MÁS RESPUESTAS. Y nace la necesidad de agrupar todas las respuestas posibles en un sólo lugar: la RELIGIÓN.


La religión se convierte entonces en la depositaria del conocimiento de la comunidad. Monopoliza ese conocimiento y adquiere poder. Se convierte en la intermediaria entre el "creador" de los fenómenos naturales y crece y se hace más y más compleja y complicada. Le conviene ser así. Mientras menos entiendan los súbditos, más poder para ella. Y digo "súbditos" porque a final de cuentas la religión es de alguna manera el primer intento de gobierno organizado de los grupos humanos. Un gobierno centralista y autoritario.


La religión pasa de ser el medio para conocer a ser el medio para controlar. Demasiadas dudas, demasiadas preguntas y muy pocas respuestas. ¿Qué sucede? Simple, lo tenemos a la vista todo el tiempo. Cuando un infante entra a la edad del "¿por qué...?" y los papás no saben la respuesta a sus preguntas, lo más común (no todos somos así) es que le apliquen el Métodus Religiosus: porque sí... porque así son las cosas... porque yo lo digo.


La Religión nos dice lo que debemos creer y la Ciencia, por el contrario, nos muestra lo que podemos creer. Para la Religión lo importante es CREER sin PENSAR, para la Ciencia lo importante es PENSAR para poder CREER. La Religión no es capaz de aceptar sus errores y no acepta cambios, la Ciencia se nutre de sus errores, los acepta y cambia de ser necesario.


La Religión usa la más cobarde de las armas para mantener sumisos a sus adeptos: el miedo.


La Ciencia no usa armas, ni obliga a nadie a ser su adepto.


En fin, así es como lo veo. ¿Le sigo?