sábado, 2 de abril de 2011

Hablar por hablar

La segunda parte de mi "Cuestión de Mercado" va a tener que esperar más... Por muchas razones -buenas razones- no me había detenido por mi blog y ahora que lo hago traigo otras cosas en la cabeza.


En las últimas semanas el mundo ha sido literalmente sacudido social, política y geológicamente. Conflictos y catástrofes han sido el pan nuestro de cada día. Y las reacciones han sido de dulce, de chile, y de manteca. Los debates se dan por todos lados y en todos los foros posibles.


En general puedo ver que la mayoría de los debatientes son bien intencionados y están llenos de buenos deseos. Ocasionalmente encuentro comentarios estúpidos y a veces incluso leo uno que otro comentario lleno de maldad y mezquindad. Lo que me sigue llenando de tristeza es ver que la ignorancia no suelta prenda. Buenos y malos, en grandísimos números, demuestran su ignorancia y a veces hasta se regodean en ella.


Están los que aseguran que el terremoto de Japón fue provocado por el gobierno de EUA, están los que creen que sus oraciones lograron disminuir la intensidad del terremoto de Nueva Zelanda, están los que piensan que todo lo que está pasando es culpa de la humanidad, están los que sugieren que la tragedia de Japón es un castigo divino (karma, le llaman algunos), y así...


No cabe duda que la ignorancia sigue ganando terreno. Nuestra flojera mental sigue siendo más grande que nuestra curiosidad. Sigue siendo preferible para millones y millones de nosotros aceptar a ciegas lo que diga cualquier tarado con tal de que "suene congruente". Y además de ignorantes, arrogantes. Abrimos la boca para "aleccionar" a nuestro auditorio sin tener la menor idea de lo que hablamos. Montones y montones de gente andan cacareando sus "conocimientos" de medicina, alternativa ó moderna, cuando ni siquiera saben cuáles son los organelos de una célula. Otros hablando de ovnis cuando no tienen la menor idea de las leyes de Newton, ó negando la Teoría de la Evolución sin haber por lo menos leído algún libro al respecto.


Hablamos por hablar. Nos encanta sentirnos importantes y "sabios", conocedores de algún tema, expertos, autoridades, maestros. La verdad es que somos muy ignorantes y nos purga admitirlo y reconocer nuestras propias deficiencias, aunque siempre estamos dispuestos a señalar las ajenas. Pero algunos de nosotros (y, sí, me incluyo) sabemos que somos imperfectos, incompletos, corregibles. Sabemos que cometer errores es normal y estamos dispuestos a cambiar nuestras propias convicciones con tal de hacer honor a LA VERDAD, no a nuestras ideas ni a nuestras emociones.


¿Por qué somos así? Está tosca la pregunta, ¿verdad?


Muchos grandes pensadores han tratado -y siguen tratando- de responder esa pregunta. Poco a poco hemos avanzado en nuestro conocimiento de la psique humana, nos falta mucho para descifrar sus misterios pero nos seguimos acercando. Muchos de esos "misterios" ahora son simples problemas, gracias a esos pensadores, desde Freud hasta Pinker, pasando por Fromm, Gaarder, Gardner, Chomsky, Restak, Dennet, etc. La biología evolutiva les ha dado a muchos de estos pensadores una herramienta extraordinaria con la cuál han podido cimentar sus estudios y sus conclusiones. Gracias al trabajo de Dawkins, Gould, Medawar, Diamond, E. O. Wilson y muchísimos otros ahora sabemos mucho más de la mente humana y la respuesta a mi pregunta anterior, paradójicamente, es muy simple: porque así somos.


Entonces,¿cuál es el problema? dirán algunos. Simple, digo yo. El problema es que nuestra naturaleza es el resultado de ventajas evolutivas que en su momento REALMENTE fueron ventajas y ahora ya no lo son. Lo que hace decenas de miles de años era benéfico para las pequeñas bandas de humanos que andaban brincando de lugar en lugar dejó de funcionar en el momento en que descubrimos la agricultura y nos hicimos sedentarios. Las necesidades sociales básicas fueron rebasadas en relación directa al número de participantes de la comunidad. Lo que anteriormente, de manera natural, permitía el buen funcionamiento de pequeños grupos de homínidos dejó de funcionar. Por eso ahora tenemos miles y miles de hojas llenas de reglas, leyes, normas, procedimientos y demás restricciones sociales. Lo cual no es malo siempre y cuando seamos capaces de entender la naturaleza humana y, por desgracia, nuestra naturaleza es lo primero que hemos tratado de eliminar de nuestras vidas (les recomiendo que lean the blank slate de Steven Pinker). El problema es, pues, que en el actual estado de las sociedades humanas nuestra naturaleza no siempre nos es útil. La ventaja es que lo sabemos y somos capaces de hacer algo al respecto, si queremos.


Pero regresemos al tema: hablar por hablar. Así nomás, sin confirmar la veracidad de nuestras palabras, sin dudar de nosotros mismos ni un tantito. Con la boca llena de arrogancia.


Por lo que a mí respecta, ya estoy cansado de leer y escuchar tanta babosada infundada y retrógrada. Sé que esto nunca va a parar y me frustra un tanto, pero también me impulsa para seguir denunciando a los charlatanes, a los abusivos, a los idiotas adoradores del oscurantismo. Y por fortuna cada vez somos más los que luchamos estas batallas. Nada me daría más gusto que ver a los bocones tragarse sus palabras y reconocer su ignorancia, aunque no creo que eso pase en mis días.


En fin, seguiré leyendo y escuchando babosadas, pero no esperen que me quede callado.


¡Salud!